Si pudiéramos ser, hacer, sentir... de corazón.

Después de una semana con brote, que aún continua, he podido visitar a mi doctora. Paso de tres pastillas diarias a cinco y una para las crisis más fuertes. Pero no voy ha hablar de medicaciones y tratamientos, cada uno es individual y personal, para eso están los médicos que valoran nuestra situación. Pero sí voy a romper una lanza en favor de los médicos que dan la cara por nosotros, enfermos de fibromialgia, en particular por mi doctora. Empezó "echandome la bronca" (y con razón) por no empezar ha hacer el ejercicio que me había mandado pero cuando la expliqué que del verano a esta parte me quedo una semana al mes sin poder moverme, entendió. Con los recortes sanitarios les están controlando el gasto médico y aún con riesgo de penalización me incluyó un tratamiento que resulta muy caro, cuando le dije que lo dejará para más adelante a ver si sonaba la flauta y mejoraba, su respuesta fue: "No, te lo mando ahora a ver si te va bien. Yo lo que quiero es que puedas hacer una vida normal y puedas empezar con ejercicio diario"

Decidme pues.. ¿Como no romper una lanza en su favor, cuando se sacrifica por mi bienestar? Es su deber, esta claro, pero hoy en día es tan difícil hacer algo por los demás sin contemplar los riesgos para uno mismo.
A si que vuelvo a tomar las riendas de mi día a día en cuanto supere este brote y a esperar, con esperanza e ilusión que de esta salga algo bueno.


En estos días he escrito mucho y creo acertado el incluir en esta entrada algo que dejé escrito hace unos días y que hoy para mi cobra sentido:

Si pudiéramos ser, hacer, sentir... de corazón.

Cuando llame la atención  nuestra valentía y no nuestra debilidad. 
Las alegrías y virtudes más que las penas.
Cuando seamos conscientes de las necesidades y ayudemos sin más. Cuando no pensemos en ayudar lo mínimo para que el resto de la humanidad vea que somos "supersolidarios" y pasar de largo, olvidarlo...
Si en silencio ayudamos, sin la necesidad de que todo el mundo nos de el visto bueno. Ayudar, dar por dar, sin más. 
Si estuviera bien visto contar tu felicidad sin suscitar envidias, rencores, incredulidad. Si tus penas contadas se vieran como la gran valentía que supone tu lucha y todos ayudáramos en el propósito en la medida de nuestras posibilidades. Si dijéramos: "Que fuerza" y no: "que pena" 
Si la felicidad no fuera puesta en tela de juicio y todo el mundo creyera en ella.
Si la felicidad de los demás fuera como la nuestra propia... 
¡Que distinta seria la humanidad!

Mar.

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