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Mostrando entradas de julio, 2014

Como en un gran hermano, 24 horas observada...

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A veces me siento observada y juzgada las 24 horas del día. Como en un gran Hermano del que no puedes salir, presionada e incomprendida... No tengo que imaginar  como nos ven, estuve muchos años sintiendo las miradas, aguantando los reproches: Una mañana de esas que solo levantarte de la cama, con el despertador puesto, sonando cada 10 minutos durante una hora, es un martirio y piensas: "10 minutos más" mientra tu mente se prepara para el fuerte dolor que sabes vas a sentir al moverte. Visto desde fuera, sin sentir como nosotros, sin saber lo que sabemos, piensan: "pues si que es perezosa" eso como poco. Ya nos levantamos con una etiqueta: "perezosa" (esa sería la más leve). Una vez te levantas, desentumeces y te quejas por primera vez en el día, aparecería la segunda etiqueta: "quejica" aunque puede que sean benevolentes y no te pongan esta etiqueta nada más levantarte, quizás esperen un poco más. El siguiente paso sería entrar e

Cuando una sesión de cine se convierte en pesadilla.

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En uno de esos días en los que físicamente estas molida, igual que si te hubieran pegado una soberana paliza, en los que el tiempo se detiene y el día parece interminable... Con una preocupación que corta la respiración y hace que tu cuerpo se resienta, los músculos se agarrotan y necesitas escapar, tuve la "genial idea" de aceptar un plan para cenar e ir al cine. Aún sabiendo que mi cuerpo a última hora del día es un martirio por los dolores que acumulé durante el día, un día difícil. Aún así, acepté, porque necesitaba desconectar, evadirme y pensé que entrar en una sala de cine me haría olvidar. ¡Cuan equivocada estaba! En la cena ya noté mi dificultad al sentarme, mi dolor en las caderas, las piernas e incluso en los brazo pero el plan ya estaba en marcha y no quise defraudar. Sí, lo hice por no defraudar, por intentar ser normal cuando sé que hasta los planes más sencillos, los más normales, para mi, a veces resultan una pesadilla. Pesadilla en la que se convirtió la

Disfrutando, a pesar de...

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Cuando no puedes ser tu mismo hacen falta sutiles pinceladas o versos escondidos, sin darse cuenta te dejan libre para ser quien quieres ser. Anularas mis actos, me anularas físicamente, quizás no pueda expresarme pero nunca podrás con mis pensamientos "compañera". ¿Neblinas a mi? No "compañera", solo retrasas por momentos mi facilidad de palabra. Soy capaz de mil cosas a la vez y disfruto de las cosas que no puedes alcanzar.  Mis pequeñas cosas... con ellas alcanzo la cima de esa montaña que forman juntas.  En la tarde, la radio, esa que siempre me acompaña. La divina palabra escuchada, llevándome allá donde quiero estar. Mis momentos. ¿Hay algo más poético que disfrutar de aquello que te gusta y divierte? No lo creo. Es el sentimiento el que te da las más bellas palabras. Y el sentimiento lo da aquello que te hace sentir, vibrar, soñar.                   Mar.